lunes, 19 de mayo de 2008

Beber de tu sangre

"And you, their best beloved one, are now to me, flesh of my flesh; blood of my blood; kin of my kin..."
Dr. Seward's Diary, 3 October
Dracula Chapter 21

Hay algo. No sé qué es, pero hay algo que me intriga de los vampiros. No de todos los vampiros, en definitiva, sino del que podría etiquetar como "Vampiro Romántico" o "Vampiro Distinguido". Me gustan esos vampiros que son retratados de una manera incluso simpatética, como lo son Carmilla, el Conde Drácula, y Louis de Pointe du Lac, entre otros. Me apasiona ver cómo el vampiro ha evolucionado en la literatura (y en las mentes de muchos de nosotros) de ser un monstruo incomprendido y sediento de sangre, a convertirse en un tipo de héroe trágico: No me gusta nada el Conde Orlock, ni los vampiros-zombie de 30 Days of Night.
No sé por qué me encanta el vampiro como héroe trágico. Tal vez porque me asombra como se obsesionan con la condición humana, que ellos han perdido o abandonado. Me impacta cómo la alimentación de un vampiro se ha convertido también en una forma de absorber la esencia, o el alma de sus víctimas; y han transformado "la mordida en el cuello" en un momento de mucho erotismo, cargado de energía sexual. Me encanta cómo los vampiros de la literatura más reciente estudian a los seres humanos como nosotros estudiaríamos historia o leeríamos novelas o cuentos.
Todo esto con tal de enseñarnos un poquito y recordarnos sobre nuestra inminente mortalidad.

Todos vamos a morir, y eso me ha quedado cada vez más claro en las últimas semanas y los últimos meses. Lo que no puedo creer es que tememos a la muerte, y sin embargo a veces sólo planeamos. Planeamos y planeamos, pero no llevamos a término. ¿Cuántos de nosotros, si nos enteráramos de que nuestra muerte sería en un corto tiempo, seguiríamos haciendo lo que estamos haciendo? Yo creo que la mayoría de nosotros nos desviviríamos por terminar el libro que "estamos escribiendo"; gastaríamos hasta nuestros últimos centavos por conocer Machu Picchu, las pirámides de Giza o la Gran Muralla; escupiríamos un pulmón por subir el Kilimanjaro; o visitaríamos a todos nuestros familiares con tal de darles el último adiós. Creo que incluso, seríamos capaces de perder nuestra humanidad y vender nuestra alma, par convertirnos en vampiros -cadáveres andantes- que cumplirán los planes de un hombre o mujer soñador o loco. Creo que ninguno de nosotros se quedaría realmente haciendo lo que está haciendo porque, hasta ese momento, ha cumplido todo lo que ha planeado y es completamente feliz. No lo sé.

Por lo pronto, no quisiera conocer el momento de mi muerte. Soy feliz en la incertidumbre. A fuerza de madrazos, he aprendido a no temerle tanto a la Parca ni empacar mis maletas para el último viaje, así que mi deseo de convertirme en vampiro se ha transformado en una ansia de tomar una hoja de rol, lanzar unos dados y pelear algunas batallas imaginarias.

¡Me urge jugar rol!



1 comentario:

Montse Guada dijo...

Pues a mi nada más los wampiros no me gustan... adoro a los werewolfs.

Y por otro lado, la muerte está cuando dejamos de disfrutar la vida y lo que hacemos, cuando sólo "existimos", si yo supiera cuando voy a morir... no se lo diría a nadie y seguiría viviendo mi vida, cambiando, experimentando, soñando y compartiendo con los que amo.

Un beso...

P.d. ¿Cuando armamos una mesa?