No tengo nada en contra de las tradiciones. Todo lo contrario. Las vivo, las disfruto, e incluso, en muchos casos: animo a otros a seguirlas. Aún cuando son supersticiones ridículas.
No tengo idea de dónde surgió, pero sé que una de las tradiciones de Año Nuevo -además de las uvas, el salir "de viaje" alrededor de la manzana- es subirse a las sillas/sillones durante las campanadas para que "los espíritus del Año Viejo" salgan, y entren "los del Año Nuevo". La verdad es que es divertido hacerlo, incluso cuando tu tío se pegue en una viga al treparse a la silla de un brinco (un año tuvimos a los espíritus esperando una hora, porque mi abuelo quería cenar).
Lo que definitivamente no entiendo es cuando permitimos que las tradiciones o las costumbres nos nublen la vista y se transformen en una carga la cual pocos estamos dispuestos a llevar. Una de las cosas semi-desagradables durante el festejo de Año Nuevo con los "de Alba" fue la hora de lavar los trastes. Año con año, son siempre los mismos los que se encargan de esta labor; y es mucho más laboriosa cuando se trata de la vajilla empleada por más de 60 individuos.
Y no llego a entender cómo es posible que mi familia sí se de cuenta de que hace falta más comida en vista de que hay más personas en la fiesta -y que, además, gracias al pasar del tiempo comen más-, pero no noten que esas personas también tienen dos manos y podrían ayudar en la operación, si sólo se les pidiera. Y no es pena de estar en casa ajena -mi tío Jorge, que es familiar político- se echó como veinte minutos de trastes, sino tradición ciega y ridícula: nadie lava los trastes porque en su casa su mamá, esposa y/o muchacha siempre lo hace.
Así que se les hizo maravillosa e increíble la idea de hacer que mis primos -que se habían dedicado la hora de cenar a hacer travesuras con la comida- ayudaran con la tarea. A mí, en realidad, se me hizo obvia.
Y regresando a las quejas. Oía a mis tías mientras secaba los platos y ellas lavaban y enjuagaban decir: "¿Creo que el próximo año de verdad tendremos que usar platos desechables?". ¡No lo puedo creer! ¿Tan poca cosa es una cena, una vez al año, en la que nos reunimos todos, que tenemos que usar una vajilla de plástico? Y además en Año Nuevo.
Díganme tonto, retrógrada o tradicionalista, pero una cena de Navidad o Año Nuevo con platos de plástico se me hace charra... más charra que boda de pueblo. Ojalá se les quite esa idea de la cabeza antes del próximo año, porque si no es así me la voy a pasar de muy mal genio.
Pero ni hablar. Hasta los cielos más despejados tienen nubes, y tenía que haber algo "no tan bueno" en estas fiestas que, insisto: Me la pasé muy bien... muy, muy bien.
Y hablando de tradiciones. Ví la toma de protesta de Obama y se me hizo extraña. Con eso de los números musicales y que había más "chow" que asunto político, sentí que estaba viendo la inauguración de los juegos olímpicos. Bien dicen por ahí que "al pueblo, pan y circo", ¿no?
Lo que definitivamente no entiendo es cuando permitimos que las tradiciones o las costumbres nos nublen la vista y se transformen en una carga la cual pocos estamos dispuestos a llevar. Una de las cosas semi-desagradables durante el festejo de Año Nuevo con los "de Alba" fue la hora de lavar los trastes. Año con año, son siempre los mismos los que se encargan de esta labor; y es mucho más laboriosa cuando se trata de la vajilla empleada por más de 60 individuos.
Y no llego a entender cómo es posible que mi familia sí se de cuenta de que hace falta más comida en vista de que hay más personas en la fiesta -y que, además, gracias al pasar del tiempo comen más-, pero no noten que esas personas también tienen dos manos y podrían ayudar en la operación, si sólo se les pidiera. Y no es pena de estar en casa ajena -mi tío Jorge, que es familiar político- se echó como veinte minutos de trastes, sino tradición ciega y ridícula: nadie lava los trastes porque en su casa su mamá, esposa y/o muchacha siempre lo hace.
Así que se les hizo maravillosa e increíble la idea de hacer que mis primos -que se habían dedicado la hora de cenar a hacer travesuras con la comida- ayudaran con la tarea. A mí, en realidad, se me hizo obvia.
Y regresando a las quejas. Oía a mis tías mientras secaba los platos y ellas lavaban y enjuagaban decir: "¿Creo que el próximo año de verdad tendremos que usar platos desechables?". ¡No lo puedo creer! ¿Tan poca cosa es una cena, una vez al año, en la que nos reunimos todos, que tenemos que usar una vajilla de plástico? Y además en Año Nuevo.
Díganme tonto, retrógrada o tradicionalista, pero una cena de Navidad o Año Nuevo con platos de plástico se me hace charra... más charra que boda de pueblo. Ojalá se les quite esa idea de la cabeza antes del próximo año, porque si no es así me la voy a pasar de muy mal genio.
Pero ni hablar. Hasta los cielos más despejados tienen nubes, y tenía que haber algo "no tan bueno" en estas fiestas que, insisto: Me la pasé muy bien... muy, muy bien.
Y hablando de tradiciones. Ví la toma de protesta de Obama y se me hizo extraña. Con eso de los números musicales y que había más "chow" que asunto político, sentí que estaba viendo la inauguración de los juegos olímpicos. Bien dicen por ahí que "al pueblo, pan y circo", ¿no?
4 comentarios:
Hmmm todas las inagurations son iguales (las he visto desde la de Clinton en 93 y de lo que más me acuerdo es que Barney caminó por calle Pennsylvania...) ellos celebran a su presindente, como nosotros dejamos que el nuestro tome protesta con un estandarte de la virgen. No es circo, es sociedad y es tradición
además dio un muy buen speech de más de una hora con puro contenido político.
Estoy de acuerdo... me gustó (mucho) el speech de Obama. Sólo que se me hizo curioso que hubiera número musical y todo... jajaja. Aretha Franklin y John Williams, jeje.
Chale... con eso de las tradiciones.
Yo no pude ver completo lo de Obama, no soy fan y eso que trabajo en una institución que se dedica a eso... ¡FUERA LAS TRADICIONES! (bueno, algunas.)
Besotes
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