domingo, 2 de agosto de 2009

Quid Est Veritas

Quid est veritas

¿Cuál es la verdad?

En serio, ¿alguien lo sabe?

Lo que ocurre en algunas reuniones sociales, donde se han reunido varias personas con más de una neurona -y que, además han permitido que una o más de ellas estén amodorradas por el alcohol-, es que empiezan a surgir los temas de conversación controversiales. En particular, si uno de los presentes es un seminarista a menos de dos años de recibir el sacramento del Órden Sacerdotal.

Y así es. El tema del que nunca se habla -porque nunca sabes quién se puede ofender- surge en la forma de preguntas, generalmente muy inquisitivas.

¿Por qué los sacerdotes no pueden casarse? ¿Si a los 40 años decidieras casarte, Dios se enojaría?

¿Qué es eso de Latino y Bizantino? ¿Qué ya no se usa Romano?

¿Cómo me explicarías qué o quién es Dios? ¿Cómo compruebas su existencia?

Y muchas otras.

Pero es maravilloso los lugares a los que estas conversaciones llegan cuando la gente es tolerante, inteligente y respetuosa -incluso bajo la influencia de estupefacientes.

Las respuestas y argumentos surgieron. Las teorías viajaron de bocas de unos a oidos de otros y encontraron lugar. Y a final de cuentas poco cambió, pero todos salimos un poco más sabios.

Los "positivistas" siguieron positivistas, pero escucharon las razones de los "socialistas", y éstos la de los "mochos", y a su vez de los "subversivos".

"Ley de la Atracción", "El Karma" y "La Divina Providencia" debatieron como genios en lugar de participar en un talk-show. Y el Creacionismo se fumó un cigarro con el Big Bang. Incluso los hoyos negros hicieron una visita social.

Al final de cuentas llegamos a la misma conclusión; el argumento que todos conocemos, pero que reanalizamos con la nueva información: nadie tiene la verdad absoulta, y hace falta un salto de fe. A fin de cuentas...

Quid est veritas

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