Empiezo por reconocerlo: El estudiante no es una gran película; la actuación no tiene nada de especial -en realidad es sosa-; la trama es simple y, hasta cierto punto, apresurada; el guión está plagado de clichés; y la cinematografía no es espectacular en ningún sentido.
Lo cierto es que he debatido conmigo mismo el escribir este "post", buscando encontrar un método objetivo de juzgar el filme, y el punto es que no puedo. Quizás sea que me fascina la ciudad de Guanajuato y la hermosa vista aérea con la que abre la película me cautivó; quizás sea mi incesante defensa de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha como la obra maestra de la literatura en el idioma español y las atemporales alegorías de vida que existen en cada palabra de la obra de Cervantes; o es tal vez el hecho de que Chano, interpretado por Jorge Lavat, es tan ridículamente parecido en apariencia y carácter -y vestuario- a mi difunto abuelo, que no puedo sino adorarlo.
Y después de mucho pensarlo, llegué a la conclusión de que no hace falta criticar. Si hay algo que, para mí, hizo entretenida y emotiva esta película es la sencillez. Y es que me he convertido -y muchos otros conmigo- en un juez tan estricto de lo que se me ofrece que muchas veces olvido lo hermoso de la simpleza y la inocencia.
Y es que eso es El estudiante: un filme inocente. Un cuento, si bien uno con esbozos de temas oscuros. Porque de vez en cuando hace falta regresar a la inocencia y disfrutar las historias simples, como las que nos contaban antes de ir a dormir.
Es que quizás las barreras generacionaes no son más que líneas en la arena que la ola de las palabras puede borrar; tal vez la sabiduría milenaria se entienda al recitar versos a extraños en la calle; es posible que el amor se descubra en el silencio; ojalá los problemas sean pequeños frente a las sonrisas de los amigos...
Lo cierto es que he debatido conmigo mismo el escribir este "post", buscando encontrar un método objetivo de juzgar el filme, y el punto es que no puedo. Quizás sea que me fascina la ciudad de Guanajuato y la hermosa vista aérea con la que abre la película me cautivó; quizás sea mi incesante defensa de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha como la obra maestra de la literatura en el idioma español y las atemporales alegorías de vida que existen en cada palabra de la obra de Cervantes; o es tal vez el hecho de que Chano, interpretado por Jorge Lavat, es tan ridículamente parecido en apariencia y carácter -y vestuario- a mi difunto abuelo, que no puedo sino adorarlo.
Y después de mucho pensarlo, llegué a la conclusión de que no hace falta criticar. Si hay algo que, para mí, hizo entretenida y emotiva esta película es la sencillez. Y es que me he convertido -y muchos otros conmigo- en un juez tan estricto de lo que se me ofrece que muchas veces olvido lo hermoso de la simpleza y la inocencia.
Y es que eso es El estudiante: un filme inocente. Un cuento, si bien uno con esbozos de temas oscuros. Porque de vez en cuando hace falta regresar a la inocencia y disfrutar las historias simples, como las que nos contaban antes de ir a dormir.
Es que quizás las barreras generacionaes no son más que líneas en la arena que la ola de las palabras puede borrar; tal vez la sabiduría milenaria se entienda al recitar versos a extraños en la calle; es posible que el amor se descubra en el silencio; ojalá los problemas sean pequeños frente a las sonrisas de los amigos...
...y es que, quizás, nunca fueron molinos, y siempre sí son gigantes...
1 comentario:
I'll keep on eye out for this up here, Poncho. Your post, and what's listed in IMDB, makes me want to check this out. Thanks for this.
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