Este post debió haberse publicado desde el miércoles, de acuerdo a mi programa para Detectives Around the World. Debido a una serie de complicaciones informáticas -y personales -la entrada se retrasó. Pero lo prometido es deuda.
Hablemos un poco de México, sin llegar a malas interpretaciones. Amo mi país y adoro el tricolor. Pero bien dicen que quien te ama te hará sufrir, así que haremos sufrir un poco a la Madre Patria. Por otra parte, este texto no pretende ofender a los autores o intelectuales "de verdad": sino a aquellos que "les quede el saco".
Hablemos un poco de México, sin llegar a malas interpretaciones. Amo mi país y adoro el tricolor. Pero bien dicen que quien te ama te hará sufrir, así que haremos sufrir un poco a la Madre Patria. Por otra parte, este texto no pretende ofender a los autores o intelectuales "de verdad": sino a aquellos que "les quede el saco".
Mi debraye empezó porque, con respecto a la genial semana Detectives Around the World que organiza la ingeniosísima Jen Forbus de Jen's Book Thoughts, elegí la novela negra EL MIEDO A LOS ANIMALES de Enrique Serna. Y como parte del compromiso de selección de un libro, tenemos que hablar del setting, o sea del escenario donde se desarrolla el libro. Y después de terminarlo, hacer mis apuntes y realizar una re-hojeada para verificar detalles, noté algo sencillo: la Ciudad de México, el lugar físico donde ocurre prácticamente todo (porque Acapulco ocupa algunos capítulos), no tiene importancia. El verdadero escenario es el ambiente de corrupción en el país.
Y, si bien, la corrupción en el sistema policial no es noticia -o al menos no lo era en 1995, cuando se publicó EL MIEDO A LOS ANIMALES -, sí descubrí el miedo a los animales que escriben libros, los promueven o los publican.
Evaristo llega a la presentación de un libro de Perla Tinoco, infiltrado para buscar sospechosos, y se encuentra con que el logar no cuadraba con su vida anterior de periodista:
Fue entonces cuando quise razonar las posibilidades de que en el ambiente literario real existan personajes como Vilchis o la Tinoco cuando, a final de cuentas -y según yo- la industria editorial no es completamente rentable (muchos literatos de renombre se dedican también a la diplomacia [véase Paz, Octavio; o Fuentes, Carlos] o al periodismo [véase Poniatowska, Elena]).
Viéndolo fríamente, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana reportó que se venden 3,5 libros anuales por persona (yo ya rebasé mi cuota). Y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura de CONACULTA hecha en el 2006 el promedio de lectura per cápita en México es de 2,9 libros anuales (la UNESCO se ve menos favorable y arroja 2,8 como cifra -y repito, yo podría leer en Enero y cubrir la estadística. ¿De quién estoy haciendo la tarea?) . Sólo el 56,4% de los mexicanos mayores de 12 años leen (y el 32,5% son textos escolares).
Regresando al ambiente en México no es viable publicar ya que la probabilidad de que se traduzca en ventas ergo en dinero es baja. Por lo tanto, que el texto de un autor se lleve a imprentas es un logro: la competencia para la mayoría de los escritores nuevos no es crear un texto de calidad, ni siquiera la (mediocre) idea de crear un texto para un público, sino publicar. Sólo publicar. Y esto justifica la existencia de personas como Vilchis o la Tinoco, que conforman una oligarquía pseudointelectual que posee el poder de decidir quien es listo y quien no.
Y como publicar per se es un logro, existen otros personajes en el ambiente literario que sólo están en él por el mero prestigio de llamarse "autor publicado". Fabiola Nava, quien salía y se acostaba con quien ella creía podía ayudarle a que sus cuentos vieran la imprenta, pero para quien el ser literato es un nombre y no un trabajo...
Quiero insistir, sé que México es rico en historia y cultura; pero la nuestra idiosincrasia no nos tapa los ojos y nos desculturaliza espantosamente.
¿Ustedes, qué creen?
Y, si bien, la corrupción en el sistema policial no es noticia -o al menos no lo era en 1995, cuando se publicó EL MIEDO A LOS ANIMALES -, sí descubrí el miedo a los animales que escriben libros, los promueven o los publican.
Evaristo llega a la presentación de un libro de Perla Tinoco, infiltrado para buscar sospechosos, y se encuentra con que el logar no cuadraba con su vida anterior de periodista:
Había en el ambiente un olor a estabilidad financiera que chocaba con su idea romántica de la literatura. Para él todo escritor digno de ese nombre, más aún si era poeta, debía estar inconforme con la realidad y desesperado por cambiar el mundo.Saliendo de ahí, entrevista un par de escritores que introdujeron con laudes a Tinoco durante la presentación, para darse cuenta de que sus discursos fueron hipocresía. La única razón por la que admiraban a la Tinoco, "virreina" de la Conafroc (sin duda parodia de la CONACULTA) era porque siendo
...la poetisa más cursi, ramplona y analfabeta de México, ha reptado con una habilidad increíble para llegar al lugar donde está.Otra figura importante es Claudio Vilchis de quien escribe:
Es el típico literario exquisito, de ceja muy alzada, que se considera clásico en la vida, cuida su prosa hasta el engolamiento y sólo escribe sobre autores desconocidos en México, para deslumbrar al vulgo.
Las ratas como [Claudio Vilchis] no matan de frente: matan desde lejos con la firma de un memorandum.
Fue entonces cuando quise razonar las posibilidades de que en el ambiente literario real existan personajes como Vilchis o la Tinoco cuando, a final de cuentas -y según yo- la industria editorial no es completamente rentable (muchos literatos de renombre se dedican también a la diplomacia [véase Paz, Octavio; o Fuentes, Carlos] o al periodismo [véase Poniatowska, Elena]).
Viéndolo fríamente, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana reportó que se venden 3,5 libros anuales por persona (yo ya rebasé mi cuota). Y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura de CONACULTA hecha en el 2006 el promedio de lectura per cápita en México es de 2,9 libros anuales (la UNESCO se ve menos favorable y arroja 2,8 como cifra -y repito, yo podría leer en Enero y cubrir la estadística. ¿De quién estoy haciendo la tarea?) . Sólo el 56,4% de los mexicanos mayores de 12 años leen (y el 32,5% son textos escolares).
Regresando al ambiente en México no es viable publicar ya que la probabilidad de que se traduzca en ventas ergo en dinero es baja. Por lo tanto, que el texto de un autor se lleve a imprentas es un logro: la competencia para la mayoría de los escritores nuevos no es crear un texto de calidad, ni siquiera la (mediocre) idea de crear un texto para un público, sino publicar. Sólo publicar. Y esto justifica la existencia de personas como Vilchis o la Tinoco, que conforman una oligarquía pseudointelectual que posee el poder de decidir quien es listo y quien no.
Y como publicar per se es un logro, existen otros personajes en el ambiente literario que sólo están en él por el mero prestigio de llamarse "autor publicado". Fabiola Nava, quien salía y se acostaba con quien ella creía podía ayudarle a que sus cuentos vieran la imprenta, pero para quien el ser literato es un nombre y no un trabajo...
...todo parecía indicar que la cultura en ella no era un alimento, sino un vestido.
Quiero insistir, sé que México es rico en historia y cultura; pero la nuestra idiosincrasia no nos tapa los ojos y nos desculturaliza espantosamente.
¿Ustedes, qué creen?
3 comentarios:
Wow, Poncho. What a powerful post.
I echo Naomi's sentiment. A passion with intellect post, if there ever was one, cousin. ¡BRAVO!
Excellent! I totally agree! This is such a great addition to the project Poncho - thank you so much for this.
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