No tienen la menor idea del shock que me provocó mi hermano el sábado. Imaginen ver llegar el carro de un tío -donde, alegadamente, viajaba el otro hijo de mi madre-; observar cómo se detiene y estaciona; ver, con mucho gusto, a los primos con los que hace tiempo no hay contacto; y vislumbar al bodoque (léase "el hermano") bajar de la SUV con otro bodoque -a quien yo nunca había visto"- en brazos.
No tiene precio.
No es de él, sino de su novia.
Súmenle, por supuesto, los comentarios poco prudentes de mi progenitor insertados en los momentos más incómodos, y la entrega del bodoque a la madre de éste en metro Rosario; y tenemos un fin de semana lleno de primeras impresiones. Primeras impresiones bastante extrañas, por cierto.
No tiene precio.
No es de él, sino de su novia.
Súmenle, por supuesto, los comentarios poco prudentes de mi progenitor insertados en los momentos más incómodos, y la entrega del bodoque a la madre de éste en metro Rosario; y tenemos un fin de semana lleno de primeras impresiones. Primeras impresiones bastante extrañas, por cierto.
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